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Prescripción de entrenamiento por zonas de intensidades en el Trail Running

Por Luis Franco Llop | Publicado el: 04/03/2021

Historia monitorización de las cargas de entrenamiento y zonas de entrenamiento en deportes de resistencia

 

Las actuales zonas de intensidad de entrenamiento, relacionado con los umbrales metabólicos creó la capacidad de monitorear el entrenamiento de una manera más individual (51). El desarrollo y avance en los estudios sobre los umbrales metabólicos nos permitieron avanzar en este campo.

Según Hollmann (2001), entre 1922 y 1925, Hill y cols. describieron la determinación de la capacidad máxima de rendimiento humana midiendo el máximo consumo de oxígeno (VO2max/min), aportando por primera vez un serio criterio de la capacidad cardiopulmonar (57). Ya en 1923 señaló que la tasa de ingesta de oxígeno aumentaba a medida que aumentaba la velocidad de carrera, alcanzando un máximo de ingesta de oxígeno, que, a mayor velocidad, la deuda de oxígeno aumenta continuamente (187).

En 1919 Knipping ya había desarrollado e introducido la espiroergometría en el diagnóstico de la función clínica y rendimiento, permitiendo un registro continuo de la respiración y el metabolismo de los gases, aunque estos sistemas de espirógrafo cerrados no cumplieron los requisitos hasta el 1949, pero llegando, sólo, hasta valores de 3500 ml/min de VO2max, en 1953 hasta 5000 ml/min y en 1954 hasta 6000 ml/min. En 1953 los criterios utilizados fueron el VO2max, la ventilación minuto asociada y el equivalente ventilatorio, pero no la frecuencia cardíaca, el pulso de oxígeno y la presión arterial, por la dificultad técnica que suponían. A partir de 1955 se pudo realizar el registro de la presión arterial durante el trabajo físico. Durante la década de 1950 el examen espiroergométrico de pacientes se basaba en la medición de la VO2max/min, factor muy influenciado por la motivación del paciente y peligroso al encontrarse en una zona fronteriza de la capacidad de desempeño del individuo con enfermedad cardiorrespiratoria, metabólica o sanguínea. Por este motivo, en 1954, se empezó a pensar en un criterio para la determinación confiable del comportamiento de rendimiento físico durante el trabajo submáximo. Probaron con el análisis del piruvato, descartado al no dar una respuesta válida, seguido del lactato, el cual supuso grandes dificultades, al tomar mucho tiempo. Posteriormente intentaron medir el comportamiento de la presión en la aurícula derecha, el ventrículo derecho y en la arteria pulmonar, así como determinar la presión capilar en los pulmones durante los rendimientos máximos. Además, se realizaron punciones arteriales para evaluar la diferencia arterio-venosa de O2 y el gasto cardíaco. Estas investigaciones mostraron que, en los grados más bajos de rendimiento, la demanda de oxígeno en las células musculares en funcionamiento estaba completamente satisfecha, mientras que, en el caso de aumentar la intensidad de trabajo, sería necesaria la utilización adicional del metabolismo anaeróbico para cubrir la alta demanda de energía. Esto significaba que había una carga de trabajo más alta que todavía estaba cubierta completamente aeróbicamente. Llamaron a esta carga de trabajo máxima el punto de eficiencia ventilatoria óptima, mientras que designaron la frecuencia cardíaca en este punto, en el sistema de coordenadas, límite de resistencia al pulso en contraste con el límite de resistencia al oxígeno (concepto desarrollado por Müller). Con el fin de determinar el inicio del metabolismo cada vez más anaeróbico con la mayor precisión posible, dibujaron una tangente a la curva del volumen espiratorio, así como a la curva del nivel de lactato arterial y dejaron caer una línea perpendicular desde el punto de contacto entre las tangentes y las curvas en la abscisa, donde el consumo de oxígeno / min o el rendimiento era marcado en vatios (1959). En 1964 Wasserman y McIlroy y en 1973 Wasserman y cols., utilizaron el término umbral anaeróbico, que pronto se haría popular internacionalmente. Hollmann y cols., a partir de 1963 intentaron desarrollar el método enzimático para la determinación del lactato, pero no fue hasta 1973 cuando Mader introdujo la extracción de sangre del lóbulo de la oreja que se obtuvieran valores idénticos a los obtenidos con la sangre de la arteria braquial. En 1976 Mader informó de la importancia de un umbral de lactato de 4 mmol/L, principalmente, para el control del entrenamiento aeróbico de los atletas (57).

Gracias a Volkov y cols. (1975) la velocidad mínima que provocaba el consumo máximo de oxígeno (VO2max) se denominó Velocidad crítica y se utilizó para medir la capacidad aeróbica máxima, es decir, el oxígeno total consumido al VO2max (58). En 1984 el término Velocidad en VO2max (vVO2max) se introdujo, siendo una variable al combinar el VO2max y la economía de carrera (RE) en un solo factor, útil para identificar las diferencias entre varios corredores o la evolución de uno. Posteriormente se formuló el concepto de velocidad máxima de carrera aeróbica (MAS o VAM) (metros/segundos) y se calculó como la relación entre el VO2max (ml / kg / min) menos el consumo de oxígeno en reposo y el coste energético de la carrera (ml / kg / seg) (59).

Según Meyer y cols. (2005), las mediciones mediante el intercambio de gases durante el ejercicio han servido como principal herramienta de evaluación del desempeño durante muchas décadas, aunque durante la década de 1970 y principios de 1980 se vieren eclipsados por el perfeccionamiento de los diagnósticos de lactato volviendo a ponerse de relevancia debido a las nuevas mejoras metodológicas en sus mediciones años más tarde (60).

Ha habido varios intentos previos para desarrollar un solo término para cuantificar el entrenamiento. A finales de la década de 1960, Cooper (1968) propuso el concepto de Puntos Aeróbicos, con los que se pretendía integrar la duración del ejercicio y la intensidad absoluta de las actividades de entrenamiento aeróbico (61, 48). Aunque el enfoque fue muy exitoso al guiar el público no atlético hacia el ejercicio físico, faltaría un índice de intensidad relativa, mucho más preciso para describir la carga de entrenamiento (48).

A partir de los estudios pioneros de Karvonen (1957) y el uso de la frecuencia cardíaca de reserva (FCR) se inicia un proceso que ha permitido una mejor individualización del entrenamiento (51). Karvonen examinó el efecto de diferentes intensidades de entrenamiento, en reposo, en trabajo y a frecuencia cardíaca máxima, donde encontró que entrenar a un nivel intenso provocaría una disminución en la frecuencia cardíaca de trabajo, lo que es una indicación directa de un mayor consumo máximo de oxígeno y de la aptitud cardiorrespiratoria. Consideró el umbral en el que las mejoras se ven como el 60% de la reserva de frecuencia cardíaca. Aunque ahora sabemos que el rango de intensidad para mejorar y mantener la aptitud cardiorrespiratoria es amplio y depende de una serie de factores, este hallazgo fue monumental en la definición de los parámetros para la intensidad del ejercicio, proporcionando, además, una regla general de frecuencia cardíaca de entrenamiento (ejercicios de intensidad ligera del 30-40%; moderada del 40-60%; intensa 60-90% de la FCR (62).

Según Foster (2017) el trabajo de varios científicos condujo a una comprensión más fundamental de cómo las respuestas agudas y las adaptaciones crónicas llevaron al concepto contemporáneo de Monitorización del Entrenamiento. Usando la unión del concepto de umbral y tecnología simple, surgió la idea de un perfil de intensidad, que sugirió que el entrenamiento podría organizarse alrededor de zonas distintas, lo que requería una cuidadosa estandarización de las condiciones por una prueba previa. Aunque ya se podía fraccionar la intensidad del entrenamiento con más precisión, no existía una estrategia general que vinculara la carga del entrenamiento (frecuencia x intensidad x tiempo) con cambios de rendimiento en cualquier tipo de modelo cuantitativo (51).

Banister y cols. (1975) adoptaron un enfoque de modelado de sistemas para cuantificar la dosis de entrenamiento y su efecto sobre el rendimiento (63, 64), evolucionando posteriormente a lo que se denominaría con el concepto de Impulso de Entrenamiento (TRIMP) por Banister y Calvert (1980) (65, 64). Este método, más objetivo, fue basado en la frecuencia cardíaca de reserva (FCR) propuesto anteriormente por Karvonen y Cols. (1957), presentando varias limitaciones, como la suposición de que el ejercicio de máxima intensidad provoca la frecuencia cardíaca máxima y que la respuesta de la frecuencia cardíaca al ejercicio es indicativa de la respuesta energética total, ya que la respuesta de la frecuencia cardíaca no es indicativa de la contribución anaeróbica a la energía necesaria para realizar la actividad y un ejercicio máximo de corta duración puede tener una respuesta de la frecuencia cardíaca relativamente pequeña, por lo que se tuvo que aplicar un factor no lineal como la curva de lactato, que es exponencial, resultando en un método que medía la intensidad del entrenamiento como una función del porcentaje de reserva de frecuencia cardíaca (%FCR) por un factor no lineal proveniente de la relación entre intensidad y lactato sanguíneo multiplicado por la duración de la actividad, que representaba la ganancia en forma física y la fatiga producida por la sesión de entrenamiento, y dando unas curvas de influencia, pudiendo explicar el rendimiento posterior (51, 66, 67, 68, 64, 65). En este momento el concepto de seguimiento del entrenamiento avanzó de manera considerable, pudiéndose expresar de manera cuantitativa los detalles del entrenamiento y temporalmente ligados al desempeño (51).

 

w(t) = T * (HRex – Hrrest) / (HRmax – Rrest)
(Dónde HRex corresponde a la frecuencia cardíaca durante la actividad, HRrest a la frecuencia cardíaca en reposo y HRmax a la frecuencia cardíaca máxima, T a la duración de la actividad y w (t) es el estímulo de entrenamiento o TRIMP)
Ecuación inicial de TRIMP, adaptado de Hayes y Quinn (2009) (64).

 

El concepto TRIMP se basaba fundamentalmente en un entrenamiento en estado estable, es decir en FCR media, y se desarrolló para atletas de subélite, modificándose posteriormente, aprovechando los avances en la capacidad de almacenamiento de los monitores de frecuencia cardíaca y el conocimiento metabólico de los umbrales, para permitir que el concepto de zonas de frecuencia cardíaca proporcionase un TRIMP sustituto que resolviera la complejidad de un porcentaje de FCR. Este enfoque requería el establecimiento de relación entre la frecuencia cardíaca y las zonas de intensidad mediante pruebas de laboratorio (51).

Foster y cols. (2001) propusieron un nuevo enfoque del concepto TRIMP original, el cual no tenía en cuenta las fases de intensidad en base a valores de frecuencia cardíaca de referencia, que se pueden utilizar para clasificar la intensidad del ejercicio de manera más sencilla. El nuevo enfoque consistía en integrar el volumen total, por un lado, y la intensidad total relativa a las fases de intensidad, por otro. La puntuación de cada fase se calcula multiplicando la duración acumulada en esta fase por un multiplicador para esta fase en particular (48, 50).

El consumo de oxígeno (VO2) también se ha utilizado para cuantificar el entrenamiento, obteniéndose limitaciones similares al método por porcentaje de la frecuencia cardíaca de reserva, en el que no se tiene en consideración la contribución anaeróbica y el curso temporal de la cinética del VO2, al no valorarse el déficit de oxígeno acumulado en la transición del descanso en la actividad y también, al demostrarse que la respuesta metabólica al inicio del ejercicio depende de los entrenamientos y recuperaciones anteriores (64). A mediados de la década de 1970, las técnicas utilizadas originalmente por Astrand y Rhyming para predecir el consumo de oxígeno máximo (VO2max) se adaptaron para el monitoreo del entrenamiento (51) y posteriormente Busso y col. (1991) multiplicaron la intensidad relativa a la que trabajaba el atleta durante la sesión (% VO2max) por la duración de la sesión para evaluar la carga de entrenamiento (64, 69).

 

Evolución Monitoreo

Aunque la utilización del GPS y monitores de frecuencia cardíaca, actualmente, están muy extendidos, la primera evidencia de monitoreo fue en Escandinavia durante el siglo pasado por los olímpicos finlandeses Hannes Kolehmainen y Paavo Nurmi, al correr por la pista llevando un cronómetro durante los entrenamientos. Independientemente de la técnica de monitoreo de entrenamiento usada, los corredores tomaron decisiones, sobre todo, basadas en las sensaciones percibidas durante los programas de entrenamiento (51).

Según Foster (2017) la historia contemporánea del monitoreo se inició a finales de la década de 1930 en Fridburgo, desarrollando el entrenamiento a intervalos, en que se cuantificaba la carga de entrenamiento mediante la frecuencia cardíaca. La evolución de los entrenamientos a intervalos llevó al cenit del periodo de carga de entrenamiento externo, donde el concepto de monitoreo de entrenamiento significaba que, si un atleta era capaz de realizar una cierta sesión, se podría esperar ciertos resultados de él. Desde la década de los 1980, las mejoras de la tecnología nos han proporcionado aparataje como monitores de frecuencia cardiaca, analizadores portátiles de lactato, analizadores de gases respiratorios que responden rápidamente (51), GPS, potenciómetros, etc.

En relación a los deportes de resistencia, se utilizan cinco parámetros clave para comparar el rendimiento dónde encontramos, el consumo máximo de oxígeno, la velocidad o producción de potencia en el umbral de lactato, economía del trabajo, velocidad de carrera máxima o producción de potencia máxima y tiempo hasta el agotamiento (70).

Actualmente las tecnologías para monitorear el rendimiento deportivo están en constante expansión, existiendo una amplia gama de relojes inteligentes, correas, prendas y parches con sensores integrados, pequeños dispositivos portátiles y aplicaciones móviles para registrar y proporcionar a los usuarios informaciones de variables cardiorrespiratorias, patrones de movimiento, análisis del sudor, oxigenación tisular, sueño, estado emocional, etc. (71).

Evolución de la Calificación de esfuerzo percibido

Hace unos 160 años Fechner (1860), en su libro Elementos de Psicofísica, propuso una ecuación para describir la función estímulo – respuesta, según la cual existe una relación logarítmica entre la percepción sensorial y el estímulo físico. Esta ecuación se basó solo en principios teóricos, por lo que no se desarrollaron métodos precisos para medir la intensidad de la sensación. No fue hasta que Stevens, unos 100 años después, desarrollara un método de escalado psicofísico que hiciera que la determinación de las funciones de estímulo – respuesta fuera mucho más fiable (72). Borg (1962) se basó en los avances de Stevens para desarrollar su método, presentándolo en la primera comunicación esencial sobre este tema en su libro Rendimiento físico y esfuerzo percibido. Se presentó un método más confiable para identificar y regular la sensación de esfuerzo mediante la escala de Borg RPE (calificación de esfuerzo percibido) que se basaba en principios y experimentos psicofísicos y psicofisiológicos (73). Pocos años después Borg (1970) llevaron al desarrollo de la escala de RPE al relacionar de forma lineal con la frecuencia cardíaca y la absorción de oxígeno, dando un rango de números del 6 al 20 correspondiente a un rango igual de frecuencia cardíaca (74). Se probaron varias escalas de razón simple, desarrollando este método que permitía una buena confiabilidad y validez que podría usarse bien en la rutina y resultando en una buena forma de predecir el rendimiento máximo a partir de mediciones submáximas (72). Gracias al RPE, la intensidad del esfuerzo y los síntomas subjetivos se pueden extrapolar determinando la percepción del esfuerzo en una prueba de rendimiento (72, 73, 74), ya que la calificación del esfuerzo percibido (RPE) implica la integración colectiva de la retroalimentación aferente de los estímulos cardiorrespiratorios, metabólicos y térmicos y los mecanismos de retroalimentación para permitir que un individuo evalúe qué tan difícil o fácil se siente una tarea de ejercicio en cualquier momento (75). El método más común para medir el RPE en adultos es la escala de categoría Borg 6-20 (74), seguida de la de Borg-10 (CR-10) (76). Posteriormente, Foster y cols. (1995), introdujeron la escala SessionRPE (sRPE) utilizada en el cálculo de la carga de entrenamiento, la cual, se desarrolló como modificación del método RPE de relación de categorías (CR), tal modificación consistió en pedirle al sujeto que otorgue una calificación global del esfuerzo percibido para toda la sesión de ejercicio unos 30 minutos después de la conclusión en lugar de calificar el nivel momentáneo de esfuerzo, como era la práctica habitual (77, 78).

Escala de Borg RPE Escala de Borg CR-10
6 No exertion at all Sin esfuerzo en absoluto 0 Nothing at all Nada en absoluto
7 Extremely light Extremadamente ligero 0,5 Extremely weak Extremadamente débil
9 Very light Muy ligero 1 Very weak Muy débil
10
11 Light Ligero 2 Weak Débil
12
13 Somewhat hard Algo duro 3 Moderate Moderado
14 4
15 Hard Duro 5 Strong Fuerte
16
17 Very hard Muy duro 7 Very strong Muy fuerte
18
19 Extremely hard Extremadamente duro
20 Maximal exertion Esfuerzo máximo 10 Extremely strong Extremadamente fuerte
Comparativa de escalas de Borg. Adaptación de Borg (1990) (79).

También se propusieron una serie de escalas adicionales como; la escala de Límite de Tiempo Estimado utilizada en la estimación del tiempo restante hasta el agotamiento volitivo; las escalas OMNI que utilizan descriptores pictóricos numéricos y específicos del modo para el entrenamiento de resistencia; y la escala de conciencia y esfuerzo por tareas (TEA) (75).

La escala OMNI de esfuerzo percibido fue valida inicialmente para niños y niñas de 6 a 12 años que realizan ejercicio en cicloergómetro y en cinta rodante (caminar/correr) progresivamente incrementados, posteriormente se validó en formato pictórico de modo específico de la escala OMNI para adultos que realizan ejercicios con resistencias (ejercicios de fuerza). Utter y cols. (2003), siendo consciente de la falta de validación de una escala OMNI destinada a evaluar las percepciones del esfuerzo de los adultos involucrados en modos de ejercicio dinámico donde la imagen representa caminar o correr, se dispusieron a validarla, concluyendo que los resultados respaldan el uso de la escala OMNI-Walk/Run, tanto en hombre como en mujeres adultos (80).

Omni - Walk / Run
Escala OMNI-Walk/Run, de Utter y cols. (2004) (80). (Imagen de Utter A. y cols. Validation of the Adult OMNI Scale of Perceived Exertion for Walking/Running Exercise [Investigación]. 2004)

Varios autores, entre ellos, Swart y cols. (2012) han proporcionado evidencia de que un mecanismo del sistema nervioso central (SNC) complejo e inteligente es responsable de la regulación del rendimiento durante el ejercicio de resistencia de esfuerzo máximo y que la velocidad a la que aumenta el esfuerzo percibido es una variable clave que regula el rendimiento durante el ejercicio de resistencia prolongado (81). Se cree que, durante el ejercicio de larga duración, la estrategia general de estimulación está mediada para evitar o prevenir una fatiga prematura por un fallo del sistema fisiológico. La retroalimentación aferente de los diversos sistemas fisiológicos y las experiencias previas inducirán alteraciones en la estrategia de estimulación debido a cambios en la activación muscular anticipatoria, por lo tanto, el rendimiento irá en función de poder completar la tarea sin que se produzca una alteración irreparable ni llegar a niveles críticos, dejando, normalmente, una reserva para poder aumentar la potencia en un momento dado. Por lo tanto, la velocidad a la que aumenta el RPE durante el ejercicio será cada vez más lineal con la experiencia y al tener una mayor certeza del punto final (82).

Partiendo del hecho que el término esfuerzo percibido incorpora tanto sensaciones físicas como psicológicas y psíquicas, y que los síntomas físicos inducidos por el ejercicio son distintos a la sensación de esfuerzo, la cual es una sensación subjetiva, Swart y cols. (2012) se plantearon que el esfuerzo mental consciente (psíquico) requerido para mantener o aumentar la intensidad del ejercicio actual (tasa de trabajo), estarán ausentes mientras la intensidad del ejercicio no represente una amenaza para el control homeostático. Para investigar el sentido (psíquico) del esfuerzo y la consciencia del individuo de esa sensación específica desarrollaron la escala de conciencia y esfuerzo (TEA). El estudio concluyó en que los individuos podían diferenciar claramente las sensaciones físicas del ejercicio psicológico/psíquico requerido para producir la carga de trabajo demandada, y confirmó la importancia de la retroalimentación sensorial aferente para regular el rendimiento y evitar un trastorno homeostático dañino y no, basándose solo, en el comando eferente de retroalimentación de la corteza motora. A demás muestra evidencia de que el ejercicio se controla de una manera teleoanticipativa adaptativa y de retroalimentación. En cargas de ejercicio que se pueden mantener con poco esfuerzo consciente, la puntuación TEA no es un regulador del rendimiento, como en esfuerzos submáximos. (81).

Calificación Esfuerzo psicológico y mental requerido
(Traducción) (Original)
10 Constantemente severo Constant / Severe
8
7
Intermitentemente moderado Intermittent / Moderate
6
4
3
Consciente cuando se pregunta / leve Aware when asked / Mild
2
0
-1
No se es consciente / nada Unaware / None
-2
-4
Escala de conciencia y esfuerzo por tareas (TEA)
Instrucciones para usar la escala de conciencia y esfuerzo de tareas (TEA): Queremos que califique el esfuerzo psicológico y mental requerido para realizar este ejercicio con la intensidad que haya elegido. El sentimiento / emoción que informe debe reflejar cuánta atención, esfuerzo mental y dificultad experimenta mientras continúa ejercitándose con la intensidad actual. Aunque sus sensaciones físicas determinarán el esfuerzo mental requerido para continuar, no deben incluirse en el valor de TEA que informe. Además, la escala incluye un componente para medir la frecuencia con la que está consciente del esfuerzo requerido. Mire la escala de calificación a continuación mientras participa en una actividad; varía de -4 a 10, donde -4 significa que no se da cuenta de ningún esfuerzo mental necesario para continuar y, por lo tanto, no tiene sensaciones que le indiquen que "disminuya la velocidad" y 10 significa que está constantemente consciente de un esfuerzo severo que se requiere para continuar al ritmo actual y tendrá que "reducir la velocidad". Elija el número de abajo que mejor describa su nivel de esfuerzo. Trate de evaluar sus sentimientos de la manera más honesta posible, sin pensar en cuál es la carga física real. Su propio sentimiento de esfuerzo y esfuerzo es importante, no cómo se compara con otras personas. Mire las escalas y las expresiones e indique un número. También puede utilizar un punto decimal para describir su valor, p. Ej. 6.5 o “seis y medio”.
Escala de conciencia y esfuerzo por tareas (TEA). Adaptado de Swart y cols. (2012) (81).

Evolución del entrenamiento por potencia

Según Schoberer (2017) fue a partir de los años 80 cuando los ciclistas pudieron empezar a utilizar mecanismos adecuados para medir su rendimiento fuera del laboratorio. En 1986, Ulrich Schoberer creo la empresa SRM junto con la primera solicitud de la patente de un medidor de potencia para ciclistas basado en “aranya” (83). En 1988 creó el primero ordenador preparado para procesar y captar los datos y en 1989 la empresa SRM comercializó el primer potenciómetro. La selección alemana de ciclismo comenzaría a utilizar el potenciómetro 2 años después, en 1991, siendo el ciclista Greg Lemond el primero en utilizarlo en el Tour de France, lo que promovería su utilización por el resto de deportistas profesionales, llegando a los amateurs tiempo después, por los elevados precios y el monopolio de la empresa SRM. Actualmente, su comercialización se ha extendido en muchas marcas, reduciéndose el precio de adquisición (84).

En el 2014, la marca de Colorado Stryd crea el primer medidor de potencia para carrera a pie, desarrollándose posteriormente medidores de otras marcas, aunque su uso a día de hoy no esté tan extendido como el de ciclismo (84).

Autores como Allen y Coggan (2006), en el mundo del ciclismo, y posteriormente Vance (2016), en el mundo de las carreras a pie, difundieron la utilización de los potenciómetros entre los deportistas (85, 86).

Allen y Coggan (2006) fue de los primeros en promover la asociación entre vatios y el umbral funcional de potencia (Functional Threshold Power - FTP) y conceptos como potencia crítica (PC) que posteriormente adoptaría Vance (2016) para aplicarlo a las carreras a pie. Las zonas de intensidad por potencia diseñadas por Allen y Coggan (2006), fueron mantenidas y adaptadas por Vance (2016) (85, 86).

Evolución de la espectroscopia de infrarrojo cercano (NIRS)

Austin y cols. (2005) fueron los primeros en publicar un estudio que aplicaba la espectroscopia de infrarrojo cercano (NIRS) para la determinación de la saturación de oxígeno muscular o índice de saturación tisular (TSI) en corredores durante la carrera para intensidades de ejercicio en el umbral de lactato y el esfuerzo máximo (87). Posteriormente Snyder y Parmenter (2009) utilizó la NIRS para establecer el punto de ruptura de la saturación de oxígeno (StO2) muscular y poderlo utilizar para la determinación de la intensidad del ejercicio a estado estable de lactato máximo (MLSS), pudiendo evitar las practicas invasivas para detectarlo, concluyendo el estudio que, el NIRS es útil para determinar y predecir la velocidad de carrera a MLSS (88).

Evolución de las pruebas de campo

Balke (1963) comparando los resultados de una prueba en cinta de correr de VO2max junto a los consumos de oxígeno de varias pruebas de carrera continua a máxima velocidad durante 1, 5, 12, 20 y 30 minutos, concluyó que la prueba de unos 15 minutos a máxima velocidad (metros por minuto) era la que aportaba mayor correlación. Se pudo observar que, durante la prueba de un minuto, gran parte del trabajo era de forma anaeróbica, en la de 5 minutos una gran parte del rendimiento se logró con deuda de oxígeno, entre 12 y 20 minutos hubo las mayores correlaciones de VO2max y las pruebas mayores de 20 minutos resultaron en un rendimiento inferior de VO2max. Estos resultados confirmaron la validez de la prueba de 15 minutos a máximo esfuerzo, dando lugar al Test de Balke (89).

Oxidación Anaeróbica vs Aeróbica
“El papel relativo de la oxidación anaeróbica y aeróbica para suministrar las cantidades totales de oxígeno necesarias durante las carreras de mayor esfuerzo en intervalos de tiempo definidos. Estos requisitos totales de oxígeno se calcularon para los rendimientos reales de carrera de un individuo con un VO2max de 3,6 l / min y una capacidad de deuda de oxígeno de 3 litros”.
Requerimientos totales de oxígeno por Balke (1963) (89). (Imagen de Garcia J. y cols. En Pruebas para la Valoración de la Capacidad Motriz en el Deporte [Libro]. 1996).

Como su predecesor Balke (1963), Cooper (1968) evaluando a militares de EEUU y partiendo de sus estudios, mediante una prueba de rendimiento de campo de 12 minutos (Test de Cooper) y una prueba de consumo máximo de oxígeno en cinta rodante, obtiene una correlación de 0,897, consiguiendo una prueba de campo que se adapta a grandes grupos, que requiere un equipo mínimo y permite estimar el consumo máximo de oxígeno con considerable precisión (90).

Considerando que el test de Cooper dependía en gran medida de la motivación de los individuos y de un grado, aún desconocido, de la capacidad anaeróbica y que era un test a máximo esfuerzo aportando un considerable estrés (90), Léger y Boucher (1980) diseñaron y validaron una prueba de campo multietapa de funcionamiento continuo indirecto que proporcionaba una determinación indirecta del VO2max, esta prueba se denominó Université de Montréal Track Test (UMTT) (91). Brue (1985) incorporó a esta prueba la figura de la liebre, un ciclista que marcaba los ritmos de carrera, obteniéndose el test de UMTT-Brue (92, 93, 94).

Los test anteriores requerían de una pista de atletismo o espacio suficientemente amplio y señalizado para realizarlos, las limitaciones de infraestructuras llevan a Léger y Lamber (1982) a diseñar un test multietapa máximo aplicable en un espacio de tan solo 20 metros (más 1 metro por cada lado), teniendo como referencia el UMTT, lo que permitió controlar las variables meteorológicas al poderse realizar en espacios cerrados, test que denominaron 20-m shuttle run test (20m-SRT) (95, 96). Dos años después Léger y cols. (1984) modificaron levemente el test para adaptarlo a niños, estudio que marcó un hito histórico al tener una muestra compuesta por 7024 niños y ser el primer test audible aplicable a niños a partir de los 8 años hasta la edad adulta (97, 98). Gadoury y Léger (1986) validaron la prueba con pasos de 1 minuto, primeramente, para adultos en 1986 (99), y no sería hasta 1988 que Léger y Gadoury (1989) la validaran para sujetos de 6 años a la edad adulta (100).

Cazorla introduce en 1990 un nuevo tipo de test progresivo, máximo y, como novedad, intermitente, en que después de estadios de 3 minutos de carrera a velocidad constante, hay un periodo de parada de un minuto, seguido de un nuevo periodo de 3 minutos a velocidad constante superior al anterior (101, 102, 103).

Cazorla y Léger (1993) desarrollaron la prueba VAM-EVAL con la idea de hacer el test UMTT de Léger y Boucher (1980) más accesible y más preciso. La pendiente de incremento de intensidad es la misma, 0,5 km/h por estadios de 1 minuto en lugar de 1 km/h por estadios de 2 minutos. De esta manera la prueba VAMEVAL se beneficia indirectamente de la validez de la prueba de Léger y Boucher (1980), obteniéndose VAM más precisos (104, 101).

Berthon y cols. (1997) al entender que la UMTT no era válida para la estimación del VO2max junto con la ecuación de Léger y Mercier (1983) (105) al sobreestimar, esta, el VO2max, posiblemente por un coste energético erróneo y/o porque en la última etapa de la prueba se podría exceder la velocidad aeróbica máxima (MAS o VAM), le indujo, junto al hecho de comprobar si una prueba de funcionamiento continuo de un máximo de 5 minutos permite la medición precisa de la VAM, a desarrollar y validar el test de campo de 5 minutos. Berthon y cols. (1997) escogen los 5 minutos basándose en autores como Chamoux y cols. (1996) y Montmayeur y Villaret (1990) que sitúan la duración de la VAM entre los 4,97 y 4,95 minutos respectivamente (106).

Krustrup y cols. (2003) examinaron la respuesta fisiológica y la reproducibilidad del test de recuperación intermitente YoYo, desarrollado en 2001 por Jens Bangsbo con la idea de evaluar la capacidad de los deportistas para realizar repetidamente ejercicio intenso (107).

Lemmink y cols. (2004), validaron un test creado en el año 2000 basado en la Course Navette, test denominado Interval shuttle run test (ISRT) que se diferenciaba de su antecesor en combinar un periodo de carrera a velocidad incremental de 30 segundos con un periodo de 15 segundos de descanso, variando el incremento de 1 km/h cada 90 segundos a un incremento de 0,5 km/h cada 90 segundos a partir de los 13 km/h (108).

Fluoris y cols. (2004) con la finalidad de lograr una mejor predicción de la bioenergética al diseñar test de campo que se asemejen al protocolo del estándar de oro de laboratorio, diseñaron el Shuttle Square Test 20 m (SST) partiendo de la Course Navette (20m-SRT), pero reduciendo las maniobras de parada, giro y paso lateral (109).

Fluoris y cols. (2010) siguiendo el protocolo propuesto en el Shuttle Square Test 20 m (SST) validaron un nuevo test que se diferenciaba en la distancia, siendo esta, de 15 m (110).

Buchheit (2008) considerando que test intermitentes como el Yo-Yo test o el ISRT proporcionan un índice de rendimiento aeróbico intermitente y no una velocidad de carrera máxima que pueda usarse como velocidad de referencia para el propósito de la planificación del entrenamiento, enfocaron el estudio a recopilar evidencia que respalde la precisión de la prueba de condición física intermitente 30-15 Intermittent Fitness test (30-15 IFT) desarrollada por el mismo autor en el 2005 (111).

Con la idea de conocer la VAM de un atleta a partir del mismo protocolo utilizado en laboratorio y valorar su capacidad de rendimiento en su propio lugar de entrenamiento, Cappa y cols. (2014) diseñaron el test UNCa (prueba de la Universidad Nacional de Catamarca) (143).

Lee y cols. (2019) considerando que la 20m-SRT se inicia a una velocidad excesiva para los adolescentes coreanos, proponen un nuevo protocolo apto para la evaluación de coreanos de 13 a 18 años, denominado la prueba, Modified 20 m PST (114).

Molinari y cols. (2020), partiendo de que muchos corredores, sobre todo recreativos, entrenan en base a la velocidad de carrera y a su frecuencia cardíaca (FC), definiendo sus zonas de entrenamiento con referencia a la velocidad de carrera estimada asociada a su nivel máximo de consumo de oxígeno (vVO2max) y su frecuencia cardíaca máxima (FCmax) sin tener en cuenta el esfuerzo percibido, proponen una nueva prueba denominada Running Advisor Billat Training (RABIT). Los autores creen en la necesidad de introducir parámetros psicológicos, en este caso la percepción del esfuerzo, para definir las cargas de entrenamiento, al haber demostrado ampliamente su confiabilidad en las pruebas de consumo de oxígeno. La creación de este test fácil de usar, enfocada a corredores recreativos y al propio ritmo demostraría que la comunicación verbal es un medio útil novedoso para definir zonas de entrenamiento. Para validar la prueba midieron la confiabilidad de las respuestas cardiorrespiratorias y de velocidad en función de la intensidad de carrera (RPE: 11, 14, 17) y la duración (30%, 60% y 90% de casa etapa), comparándola con una prueba UMTT (115).

Razones a favor y en contra de la monitorización de la carga de entrenamiento

Según Halson (2014) el control de las cargas de entrenamiento nos puede proporcionar una explicación científica de los cambios en el rendimiento, mejorando la claridad y la confianza en relación a los cambios en el desempeño y reducir el nivel de incertidumbre asociado a estos. A partir de los datos extraídos, podremos examinar retrospectivamente las relaciones carga-rendimiento y su adecuada planificación, lo que también, nos permitirá reducir el riesgo de lesiones, enfermedades y extralimitaciones funcionales. La sensación de empoderamiento al participar, los atletas, en el monitoreo, se verá reforzada, así como la comunicación entre los integrantes del grupo (atletas y cuerpo técnico). Por el contrario, la necesidad de recursos en forma de tiempo, dinero, humanos o de conocimientos y experiencia, juntamente con la falta de garantías de desempeño exitoso, dificultan la aplicación del monitoreo de las cargas (9).

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